cine , IQT , noticias Lunes, 31 agosto 2015

¿Por qué Wes Craven es el maestro del cine de terror contemporáneo?

Paco Bardales

Amazonía,cine, literatura,periodismo, OVNIS. Miembro del gran combo charapa pop. Búscame en Twitter: @pacobardales y @DiarioIQT

Wes Craven murió este domingo por la noche, justo en medio de los Video Music Awards de MTV y una penosa entrevista televisiva al presidente Ollanta Humala. Ninguna de estas opacó una noticia que, para los amantes del cine, termina siendo demoledora.

Yo no esperaba esto. No ahora, al menos. Hablamos de Craven, el hombre que se encargó de cimentar las bases del cine de terror contemporáneo, el maestro. Más de una veintena de películas en filme, algunas para televisión,, guiones, producciones, un libro (El Noveno Clon, novela de ciencia ficción de 1999), así como la llegada a nuestras vidas de dos sagas inolvidables: Pesadilla en Elm Street y Scream.

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De la viciosa mente del creador de Freddy Krueger puedes esperar cualquier cosa.

 

Craven nació en 1939, y entre sus pergaminos figuran licenciaturas en Inglés y Psicología, maestrías en Filosofía y Escritura, así como una cátedra en Humanidades, que dejó un día para dedicarse enteramente al cine.

La llegada a la pantalla grande fue, como la de todos aquellos que brillan, desde abajo, supervisando material de otros, editando, y escribiendo guiones. El cine también lo encontró haciendo el montaje de películas pornográficas de inicios de los años setenta (Trivia curiosa: estuvo en el cast técnico de la celebérrima y lúbrica Garganta profunda).

El vacilón de Craven era, sin duda, hacer su primera película. Debía ser de terror, bajo el subgénero exploit (generoso en violencia explícita), y sobre todo de bajo presupuesto. En 1972, con 87 mil dólares, hizo La última casa a la izquierda, pequeño clásico del género (basado en un filme de Ingmar Bergman). Harta sangre y torturas no solo motivaron que su censura, sino una recaudación de 3 millones de dólares.

A partir de allí, el fenómeno Craven nos llevó por senderos donde lo gráfico, sin embargo, debía guardar una coherencia con la problemática social de la época. Fundar los miedos de la ficción dentro de lo que la gente veía en la realidad (al estilo del cine de zombies) fue una clave donde buceó y logró sacar buenas películas.

Soy un gran fan de Las colinas tienen ojos (1977), clásico absoluto del cine de desapariciones. Nunca las idílicas vacaciones familiares podrían haber terminado de peor modo, en manos de una pandilla de salvajes, liderados por el inmortal Pluto. La historia ha reivindicado a la película (y permitió un buen remake el 2006, en manos del francés Alexandre Aja).

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Creepy Pluto, protagonista del clásico «Las colinas tienen ojos».

 

Los tempranos años ochenta nos trajeron películas interesantes, pero discretas (como Bendición mortal, La cosa del pantano e Invitación al infierno). No fue hasta 1984, cuando Craven dio el campanazo y entró, acaso muy consciente, en la historia: estrena Pesadilla en Elm Street.

Mucho se ha dicho sobre Pesadilla, sobre lo que significó para el género y para la cultura contemporánea. Yo creo que existe un antes y después de la película en el cine comercial de terror después de la irrupción de Freddy Krueger, ícono maldito, demente asesino de cuerpo lacerado por el fuego y garras mortales, capaz de matarte en tus propios sueños.

Craven se centró en las más afiebradas ideas juveniles y ahí atacó. Freddy Krueger (interpretado por Robert Englund) era el alter ego mediante el cual su realizador filmaba como un poseso esas muertes salvajes, llenas de un retorcido humor . No sé tú, pero yo aún sigo teniendo miedo de que aparezca Freddy en los sueños. El insomnio se hizo moneda corriente luego de la película. Aparecieron las secuelas, el videojuego, los muñequitos y esa maldita letanía: «uno, dos, ya viene por ti…»

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Ven con papi. Freddy Krueger, macabro ícono pop contemporáneo.

 

Craven insistió luego de haber sido monopolizado por Freddy Krueger: Amiga mortal, de 1986; La serpiente y el arco iris de 1988; Shocker, 100.000 voltios de terror, de 1989 (con un increíble Mitch Pileggi, muerto en la silla eléctrica, quien resucita convertido en mortal y vengativa electricidad). Películas dispares que parecían estar en una línea de experimentación pero estancamiento creativo.

Cuando el nombre de Wes Craven ya estaba quedando en el olvido, llega en 1996 su alianza con el guionista Kevin Williamson y aparece el nuevo as bajo la manga: Scream. una nueva aproximación al cine de terror juvenil, ideal para la generación Friends, una película dentro de una película llena de referencias, guiños y emociones renovadas, que se prolongaron hasta su última parte, estrenada el 2011, su último largometraje como tal.

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Scream, reinventó el cine de terror en los noventas con múltiples referencias al cine de terror. Metalenguaje del horror.

 

Entre La maldición (2005) y Almas condenadas (2010), Craven dirigió en ese interín Música del corazón (drama social con una increíble Meryl Streep haciendo de profesora de violín) y Vuelo nocturno (muy efectivo thriller psicológico con Cillian Murphy y Rachel McAdams dándose de alma a bordo de un avión) Además, homenajeó a Oscar Wilde en un cortometraje incluído en la película Paris Je T’aime.

Craven fue el maestro de los «hechos reales», y busco encontrar el lado oscuro de la vida en cada noticia que salía en los periódicos. Manejó el humor como nadie y exploró las diversas manifestaciones del género. Sobre todo, amplió los horizontes de las más recónditas manifestaciones de la maldad.

«Utilizo el género para sumergirme en el lado oscuro del hombre; el Mal está dentro de todos nosotros.», dijo alguna vez.  Aquel constituye el mejor epitafio de toda su obra.

Paco Bardales

Amazonía,cine, literatura,periodismo, OVNIS. Miembro del gran combo charapa pop. Búscame en Twitter: @pacobardales y @DiarioIQT