IQT , noticias Lunes, 28 marzo 2016

Vargas Llosa y la Amazonía: Libros para recordar su relación con la selva

Paco Bardales

Amazonía,cine, literatura,periodismo, OVNIS. Miembro del gran combo charapa pop. Búscame en Twitter: @pacobardales y @DiarioIQT

La Amazonía peruana ha sido testigo – no siempre mudo – de  las investigaciones, el interés obsesivo de Mario Vargas Llosa por encontrar respuestas  a sus más variadas interrogantes. Sin duda, hay una gran fijación que se erige sobre los terrenos del misterio, lo coloquial y el exotismo, pero bajo la impronta de un narrador realista.

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Mario Vargas Llosa en Iquitos, año 2006 (Foto: RPP)

Resumiendo, la Amazonía en la literatura vargasllosiana debe entenderse bajo cuatro ejes, que aluden a cuatro libros importantes en su obra. Por un lado, La Casa Verde (1967). Aún sorprende el hecho de que Vargas Llosa pudiera haber creado, con tan sólo un viaje a la zona, un fresco tan notable del infierno verde de Santa María de Nieva, del leprosorio de San Pablo, de los detalles coloquiales y materiales de la época. Pero La Casa Verde es más que eso, pues aunque fabula historias de contraparte piurana y costeña, expresa con maestría el dolor y la amargura de vivir en un mundo abandonado, donde la soledad, las enfermedades, las lluvias y los lodazales compiten con la terquedad y el instinto innato del hombre por la supervivencia, donde historias como las de Fushía, el mitayero Aquilino, el aguaruna Jum o las monjitas de la Misión combinan ficción y realidad, demencia y lucidez, en una novela estilísticamente perfecta.

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Uno de los personajes predominantes de La Casa Verde es la selva. Esa selva que se devora a Fushia, personajes del libro (aquí detalles de la portada de una de las primeras ediciones).

Considerada como farsa y apólogo, Pantaleón y las visitadoras, escrita en 1973, trasciende el humor y la anécdota y explica, a través de un oficial del Ejército que por circunstancias de la vida se convierte en el más grande proxeneta de los ríos selváticos, los variados mecanismos de una sociedad aún en ese entonces apacible y pacata. La novela hace una de las mejores descripción urbana de la ciudad de Iquitos que se haya escrito en la literatura contemporánea. A través de sus páginas, reconocemos estampas de una época, maliciosa e ingenua al mismo tiempo, potenciadas por el humor y caricaturizadas para expresar el carácter lúdico de una dinámica que se extiende y se ha extendido por tiempos remotos.

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Gozosa, divertida, pecaminosa y deslumbrante. Una de las grandes obras de Vargas Llosa. La selva e Iquitos como personajes importantes (detalle de la portada de la primera edición de Seix Barral).

La primera novela que leí de Mario Vargas Llosa fue El hablador (1986), historia de Saúl Zuratas, alias “Mascarita”, personaje citadino que decide convertirse en relator de historias sobre el origen del cosmos machiguenga, perdido en las selvas de Madre de Dios. Desde aquél entonces, llevo como amuleto una reproducción de un poema machiguenga, fotocopiado de la primera edición, en las billeteras que me ha tocado poseer. Aquella suerte de tótem ha sido lo único real y permanente que he tenido entre tanta inestabilidad vital. Creo que es una de las novelas mayores de la literatura vargasllosiana y un fresco notable del deseo de autor por acercarse a la idea misma de la mitología amazónica.

Finalmente, El sueño del Celta (2010) es uno de los libros más comprometidos de Vargas Llosa con el contexto. Porque rastrear la vida de Roger Casement es también referirse a uno de los protagonistas de una de las denuncias más brutales contra todo un sistema de explotación y crimen, rayando con el genocidio, que se cometieron contra miles de indígenas en la cuenca del Putumayo a principios del siglo XX.

La historia parece haber reivindicado la figura de Casement y su gran trabajo de mostrar los horrores de la codicia y el poder absoluto en medio de la profunda Amazonía. El hecho de que la novela de nuestro Premio Nobel  exponga estos momentos es, en el fondo, también una forma de recordar no sólo con ira, sino también con serenidad y justicia el pasado. En ese sentido, la literatura en Vargas Llosa ha sido y es fuego, es decir inconformismo y rebelión.

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El Sueño del Celta, 2010, publicado a la par que se le concede el Premio Nobel de Literatura, describe también parte del viaje de Roger Casement y su lucha por denunciar los atropellos de los barones caucheros contra los indígenas amazónicos durante finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

La insurrección contra la injusticia es el caldo de cultivo para la creación. He ahí una de las más grandes coincidencias de Vargas Llosa con la Amazonía: la insumisión.

(NR: Aquí desempolvo un artículo del 2010 sobre la presencia de la Amazonía en la literatura de Mario Vargas Llosa. Un pequeño recuerdo, a modo de homenaje al más importante escritor vivo del Perú, a propósito de sus 80 años).

 

Paco Bardales

Amazonía,cine, literatura,periodismo, OVNIS. Miembro del gran combo charapa pop. Búscame en Twitter: @pacobardales y @DiarioIQT